La propuesta educativa del filósofo y figura más representativa de la pedagogía progresista en Estados Unidos, John Dewey.
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Dewey era profesor de filosofía y a lo largo de su trayectoria, se percató de que la escuela es un lugar indispensable para que una filosofía se plasme en realidad viva. Por tanto, la índole educativa es centro en su filosofía y por ello tuvo mayor impacto en el campo de la pedagogía.
La filosofía de Dewey discrepa con el sistema educativo tradicional, en donde se concibe a los niños como una tábula rasa y el conocimiento como un cuerpo ordenado de informaciones. Resultando en que el trabajo del docente consista en organizar este conocimiento (de simple a complejo) y comunicarlo: ya sea oralmente, escrito en el pizarra o a través de la lectura impuesta de ciertos libros. Como una consecuencia de esta percepción, el aprendizaje es memorístico, con uso de coros o mnemotécnias. Por tanto, se necesita que los niños permanezcan sentados y quietos. Debido a que este sistema es cero atractivo para cualquier infante en su sano juicio, la única manera de motivarlos es premiándolos o ausentándolos de castigos.
Todo esto da como resultado una educación que consiste en imponer opiniones determinadas y soluciones previamente desarrolladas, preparando esclavos que dependen de la mente y la voluntad de otro.
Laboratorio social
El modelo educativo del filósofo estadounidense está influenciado fuertemente por la corriente pragmatista y se centra en el método científico. En primera instancia, Dewey fue precursor de una educación centrada en el niño antes que en el currículo, la enseñanza debe subordinarse al crecimiento del niño; no obstante, no compartía todas las ideas de lo románticos, por lo que debía de buscarse una conexión entre los intereses del niño y los temas que se necesitaban desarrollar. Esto con la intención de generar curiosidad y motivación en los alumnos. Ese sería el primer paso de su método: enfrentarlos a alguna situación problemática que les provoque duda y entonces que los incite a realizar una investigación. El segundo paso del método, es cuando los niños recaudan toda la información posible para entonces llegar al tercero: la creación de una hipótesis. Ya creada ésta, se necesita comprobar a través de ponerla en práctica, este constituiría el cuarto paso. Si se comprueba la hipótesis entonces el problema es solucionado; pero si no, se tiene que regresar al segundo paso, para eventualmente generar otra hipótesis y constatar si esta nueva tiene éxito. En resumen, se busca que los estudiantes reaccionen a nuevas situaciones con interés, flexibilidad y curiosidad, para después responder creativamente.
Pero, ¿cuál es el rol del maestro según John? Pues son los responsables de crear condiciones que estimulen y desarrollen facultades activas en los niños. Como esto es una actividad con gran peso y que requiere mucha habilidad, Dewey reconoce que los profesores deben de ser profesionales muy capacitados.
Educación democrática
John Dewey define a la democracia como la reconciliación del bienestar individual y el colectivo. Para él, la realización personal surge de que el talento propio brinde bienestar social. Parecido al concepto de vocación de Sócrates, es el llamado de lo que debes de hacer por tu pueblo y cuando lo practicas te conduce a la plenitud de vida. Ahí radica la importancia de la democracia en la escuela, porque la educación individualista atrofia los impulsos sociales del niño y por tanto elimina su deseo de servicio.
Este influyente pedagogo percibe a la escuela como una representación miniatura de la sociedad y es por esto que en su modelo educativo, todos (sin importar sexo, raza, religión) deben asistir a la escuela. Asimismo todos tienen voz y voto, existiendo una división cooperativa del trabajo. Tanto los alumnos en la clase, como los profesores durante la planeación del sistema. Esto tiene grandes beneficios, empezando porque muchas mentes funcionan mejor que una sola, por tanto se generan más teorías y hay más alternativas y sugerencias para la resolución de los problemas. Menciona también que no solo es necesario ser democráticos, sino también críticos. No solo tomar decisiones en conjunto, pero que éstas sean responsables.
Por otro lado, se percibe a la educación como una herramienta de transformación social, pero no se le puede atribuir toda la responsabilidad a la escuela. Todas las instituciones sociales son educativas y si realmente se quiere generar un cambio, todas tienen que participar. Por ejemplo, por más que en la escuela se fomente el diálogo abierto y crítico donde todos participen, si los niños salen y en su familia (o en el Estado en general) las cosas no funcionan así y nadie les escucha, nunca se va a lograr el cambio que se busca. Esta es una de la razones primordiales de porqué la teoría de Dewey se quedó más como una visión crítica de la educación que como una práctica educativa. Pues es una lástima pero la realidad es que la escuela de los tiempos de Dewey y lamentablemente también la actual, no buscan transformar la sociedad, sino reproducirla.
Para una visión más amplia
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En la vista previa de este artículo se encuentra una reflexión personal sobre un ensayo de los apartes de John Dewey
Referencias:
Westbrook, R. (1993). Célestin Freinet. Perspectivas: revista trimestral de educación
comparada (París, UNESCO: Oficina Internacional de Educación), vol. XXIII (nos 1-2) pp.
289-305.
Ozmon, H., Craver, S., (1995) Philosophical Foundations of Education., EUA: Prentice Hall
Bowen, J., Hobso, P., (2010) Teorías de la Educación., México: Editorial Limusa
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